Posturas ante la G.S.

Suele haber dos posturas extremas en relación a esta práctica:

a) Sus detractores, que piensan que aceptar un “servicio gestacional” es concebir de forma dualista a las personas, separando artificiosamente entre su razón y autonomía, por un lado, y su dimensión corporal por otro. Critican que la persona sea reducida a un ser pensante y autónomo, mientras que su cuerpo es una simple cosa de la que puede disponer a voluntad porque no le constituye esencialmente como persona. En consecuencia el cuerpo puede ser tratado como “res commercium”. Las funciones reproductivas se cosifican, y la mujer gestante es una mera incubadora.

b) Los defensores de la admisibilidad de la gestación por sustitución opinan que las técnicas de reproducción asistida permiten que den vida personas impedidas por naturaleza para hacerlo. De este modo la reproducción se libera de sus condicionantes naturales y pasa a depender de la voluntad. Será padre o madre quien quiera serlo, con independencia de la técnica empleada, que solo es un instrumento para el mejor desarrollo de la personalidad humana.

Esta postura a favor reivindica que las mujeres son tan capaces como los hombres de liberarse de los condicionantes que les impone la naturaleza, dado que el embarazo no las convierte en menores de edad. En esta línea se sostiene que inadmitir los acuerdos de maternidad subrogada supondría colocar, arbitraria y generalizadamente, las experiencias de la gestación y el parto en un nivel de satisfacción superior al que puede proporcionar a una mujer saber que ha permitido tener hijos a personas que no podían por sí mismas.

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