En estos últimos días desde que la ministra de igualdad tuviera la desafortunada ocurrencia de intentar criminalizar a las madres y padres que recurren a la gestación subrogada, han corrido ríos de tinta en las redes con debates incendiados que enfrentan a defensores y detractores con la ya tradicional ferocidad y radicalidad por parte de estos últimos usando términos y maneras que encajan frontal y directamente en el delito de odio previsto por nuestro Código Penal:

“Serán castigados con una pena de prisión de uno a cuatro años y multa de seis a doce meses:

  1. a) Quienes públicamente fomenten, promuevan o inciten directa o indirectamente al odio, hostilidad, discriminación o violencia contra un grupo, una parte del mismo o contra una persona determinada por razón de su pertenencia a aquél, por… situación familiar”

Esto sin olvidar las calumnias e injurias que se profieren una y otra vez y que, igual que el delito de odio, quedan siempre impunes.

Esta es la primera de las importantes diferencias entre un grupo y el otro y, al mismo tiempo, la jocosa ironía de esta situación: los detractores de la GS arremeten violentamente contra sus defensores tildándolos de delincuentes, cuando en realidad son ellos los delincuentes quebrantando las leyes penales impunemente mientras repiten como un mantra los mismos argumentos sin entrar a valorar si pueden o no estar equivocados a pesar de que les pongas en bandeja una réplica bien fundamentada.

Uno de estos argumentos que, insisto, reiteran hasta lo cansino, consiste en que la GS supone la explotación mercantil de una “mujer pobre” a la que se le arrebata su hijo al nacer para dárselo a la pareja de ricachos caprichosos, hetero u homo (todavía peor si son homo, ¡Y dicen que la homofobia está erradicada en España!), quienes se van con su niño de diseño sin volver la vista atrás.

Quien diga esto, y me van a permitir que parafrasee a Marcelus Wallas, personaje de ficción de una de mis películas preferidas, está a mil jodidas millas de saber lo que es un proceso de gestación subrogada, especialmente porque nunca ha estado en ninguno, que es lo que me encuentro constantemente en estos debates, gente que habla de la GS sin haber vivido jamás, siquiera indirectamente, un proceso de GS.

Todavía hay que seguir recordando, y parece mentira con la de veces que lo hemos dicho ya que:

  1. NO HAY “UNA” GESTACIÓN SUBROGADA, sino tantas como países hay en las que se encuentra regulada, y no son pocos. Quedarse con la versión más negativa pretendiendo englobar en ella a todas las demás es como decir que todos los árabes son terroristas o que todos los rusos son como Putin. Hay países y países, y Ucrania, que es del que más se habla, no es precisamente de los malos a pesar de lo que se haya podido ver en la información sesgada transmitida por algún reality de la telebasura que nos inunda en busca de audiencia morbosa. Siete años llevamos haciendo procesos allí, entre otros países, y jamás hemos visto ninguna de las truculentas escenas con las que han contaminado la auténtica realidad de la GS en Ucrania. 
  2. NO SE COMPRAN BEBÉS, otra de las insultantes simplezas de una hiriente ignorancia. Se contratan, como ya hemos dicho también muchas veces, una serie de servicios médicos, jurídicos y administrativos cuyo resultado final es el nacimiento de un bebé y que éste sea legalmente reconocido como nuestro hijo/a, igual que cuando, contratamos los servicios de una clínica de reproducción asistida o ponemos en marcha un proceso de adopción. Quien lo vea de otra manera vuelve a tener un problema a la hora de entender lo que es la GS.
  3. NO ESTAMOS ARREBATÁNDOLE EL BEBÉ A UNA MADRE BIOLÓGICA, otra de las incesantes cantinelas, algunos siguen pensando en la gestante como la madre del bebé y olvidan que aquí hay tres “madres”: la gestante, la donante de óvulos y la intencional, que a veces puede coincidir con la segunda pero no es lo habitual. La madre intencional es la única y verdadera madre de ese niño. La gestante ha cumplido un papel esencial, tanto que a menudo surge un vínculo entre ella y los padres que dura para siempre, pero NO es la madre, ni biológicamente (pues eso lo sería la ovodonante) ni de ninguna otra manera salvo, desde el punto de vista legal, en países con una legislación retrógrada como el nuestro en esta materia que sigue aplicando un principio de filiación de miles de años de antigüedad basado única y exclusivamente en el hecho del parto.
  4. NO SE ABUSA DEL ESTADO DE VULNERABILIDAD DE “MUJERES POBRES”, volviendo al principio, puede haber casos en los que así sea en países muy determinados, muy pocos en realidad, pero no desde luego en los países con los que trabajamos nosotros y la inmensa mayoría de los bufetes y agencias que asesoran sobre esto, entre otras cosas porque una situación de vulnerabilidad resta seguridad jurídica al proceso, en contra de lo que se cree, ya que una mujer que de verdad se encontrara en tal situación podría cambiar de parecer impulsada por la extrema necesidad y modificar unilateralmente las condiciones pactadas a mitad de camino o incluso, peor aún, en las fases finales. Volviendo a la propia Ucrania, las mujeres que eligen ser gestantes no son ni pobres ni ricas, sino de clase media con una familia, un trabajo remunerado (hemos tenido enfermeras, maestras, dependientas de hipermercado o conductoras de tranvía, por ejemplo) y un discernimiento para entender el clausulado de un contrato que firman sin que nadie ni nada las coaccione bajo la supervisión de un notario (que suele además ser casi siempre una notaria) que se asegura de que ambas partes, gestante y padres intencionales, cumplen con los requisitos legales que marca la ley y entienden lo que están haciendo.
    Por supuesto uno de los motivos que las mueve es la remuneración económica, hipócrita sería negar lo contrario, pero no acabamos de ver la demonización que se hace de tal motivo y nada se diga, por ejemplo, de las chicas que van a “donar” sus óvulos a una clínica de fertilidad, y lo entrecomillamos porque se trata de un eufemismo puesto que reciben de media entre 800 y 1.200 euros por “donación”. Estas mismas clínicas de fertilidad que pagan estos importes cobran después a las parejas que se someten a ciclos de fertilidad con ovodonación una media de entre ocho y doce mil euros por ciclo, siendo lo normal entre dos y cuatro ciclos. El negocio, como podemos ver, es bastante lucrativo gracias a los óvulos de unas chicas que suelen ser cajeras de conocidas cadenas de alimentación o empleadas del hogar y que además asumen unos riesgos pues obviamente no es lo mismo extraer óvulos mediante la oportuna punción folicular que cuando se dona semen; ¿De verdad alguien va a creerse que estas chicas “donan” sus óvulos por puro altruismo?
    Y sin embargo a nadie parece escandalizarle esto aunque es literal y exactamente la misma situación, naturalmente salvando las distancias en cuanto al nivel de complejidad, compromiso y esfuerzo que alcanza una chica gestante, de ahí también la mayor remuneración, pero nadie se rasga las vestiduras por esto.
  5. NO, LA ADOPCIÓN NO ES UNA ALTERNATIVA PARA MUCHA GENTE, Y NO SERÁ PORQUE NO LO HAN INTENTADO; tampoco nos cansamos de repetirlo: o se flexibiliza y acorta la espesa burocracia por la que ha de pasar una persona que desea adoptar, o se seguirá desalentando a la gente que optará por soluciones más ágiles que les permitan ser padres, no abuelos, que es lo que muchos acabarían siendo si tienen la paciencia de esperar la media de 5 a 10 años que suele durar un proceso de adopción. Y en cuanto a lo que he oído respecto de que a los padres que acuden a la GS también habría que aplicarles estos filtros y exámenes de idoneidad, miren, ya puestos, digo yo que, y lo digo como abogado matrimonialista que soy al margen de mi actividad empresarial, ¿Por qué no a todo/a el que quiera ser padre/madre con independencia de cómo vaya a serlo? ¿O es que quien puede ser mamá o papá del modo tradicional está ya muchísimo mejor preparado y revestido de mayor dignidad para ello que quien lo intenta por adopción o gestación subrogada? No, por supuesto que no lo está, o no estarían los juzgados llenos de divorcios contenciosos con niños de por medio a los que tanto el uno como la otra usan como armas en sus luchas intestinas provocándoles daños irreparables, como estoy harto de ver. Esto es otra hipocresía más que se basa en la idea preconcebida de que quienes se acercan a la GS son ya malos de por sí y quienes tienen los hijos de forma natural, como Dios manda, esos no.
  6. SI, ES PERFECTAMENTE POSIBLE UNA GESTACIÓN SUBROGADA TANTO ALTRUISTA COMO MERCANTIL, y es que ambas tienen un denominador común: están reguladas por la ley estableciendo lo que se puede y lo que no se puede hacer, y hablamos de regulaciones legales en países democráticos. Tan respetable es la una como la otra. De hecho, si no existiera la GS comercial, sería una opción inasequible para la mayoría pues serían muy pocas las gestantes dispuestas a serlo salvo aquellos casos típicos de familiares o amistades íntimas, del mismo modo, otra vez, que si no se les pagara a las chicas que donan sus óvulos (aunque el pago se esconda bajo el eufemismo de “compensación”), les aseguro que en poco tiempo las clínicas de reproducción asistida tendrían que echar la persiana. Y esto no significa, volvemos al comienzo, que a la gestante se la explote, que ese pago sea indigno o que nadie se aproveche de vulnerabilidad alguna, sino que hace eso porque le da la real gana sin cortapisas paternalistas, vengan de un hombre o una mujer, está informada de lo que hace y la protege un sistema jurídico en el que asume unas obligaciones y adquiere unos derechos acorde a lo que marca la ley.

Todo esto que parece tan simple, es lo que hemos acabado haciendo complejo en España en este absurdo debate que algunos han sacado de quicio, y lo han hecho por pura ignorancia, entre otras cosas de las que también cabría hablar pero que tienen que ver más con la política que con la GS, y con la terrible consecuencia de crear, o de poder acabar creando, situaciones completamente injustas fruto de esa ignorancia y del sesgo inquisitorial de determinados colectivos.

MIGUEL GONZÁLEZ ERICHSEN

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