La importancia de un buen asesoramiento
Con demasiada frecuencia nos llegan consultas de personas a quienes les han aconsejado países que, dadas sus circunstancias personales no son ni mucho menos la mejor opción, e incluso en casos especialmente graves resultan países completamente desaconsejables. (No olvidemos que en estos procesos hay que verificar si usaremos o no nuestro propio material genético, en qué condiciones se encuentra ese material, si estamos casados o vamos a estarlo y si ese matrimonio es homosexual o heterosexual etc.)
Un caso real
Imaginemos, por ejemplo, un caso real que hemos tenido recientemente: mujer soltera menor de 55 años con problemas médicos previos acreditados. Quiere ser mamá por gestación subrogada y necesita donante de óvulos y donante de esperma. Pues bien, dada su edad y sus condiciones personales, dos son los países perfectos para ella: Estados Unidos y Grecia. Siendo este último en definitiva el que le recomendamos, pues, acorde a lo que dicen nuestras leyes, necesitará una sentencia del país de destino en donde se reconozca su maternidad y que esa maternidad la acepten a su vez nuestras leyes en base a esa sentencia. No lo olvidemos, ella no aportará carga biológica, por lo que no podrá acreditar esa filiación por esa vía, necesita esa sentencia que ofrecen tanto USA como Grecia, solo que en Grecia el coste es muchísimo menor.
Sin embargo, a esta mujer le habían recomendado México, un país cuyas sentencias NO SON RECONOCIDAS por nuestros consulados y del que por lo tanto saldrá teniendo que esperar un mínimo de dos meses con un pasaporte mexicano para el bebé. Para así regresar a nuestro país con un hijo que no ha sido reconocido (gastándose además bastante más dinero del que le habían dicho que tendría que gastar) y, lo que es mucho peor, sin posibilidades en el corto ni el medio plazo de usar instrumento legal alguno para que lo sea. Durante ese intervalo podrían llegar a pasar cosas tan graves como que le retiren al menor y que éste acabe siendo adoptado por otra familia. Es un caso real, insistimos, de una mujer que fue previamente «aconsejada» de esta peculiar manera.